¿Por
qué en Bogajo no comemos…los berros?
Hasta no hace tantos años, en Bogajo se comía
fundamentalmente lo que se producía, economía de subsistencia; poco, muy poco,
era lo que se compraba para comer: azúcar, sal y poco más. El pan o se hacía en las casas o se cambiaba
por trigo en la panadería. El vino de la taberna se pagaba también con trigo o
centeno. Al molinero tampoco se le daba dinero, recibía una parte proporcional de lo que molía: la maquila…
Entre los alimentos que se consumían en Bogajo juega un
factor importante la costumbre. La alimentación difiere de unas sociedades a
otras, tanto lo que se consume como la forma de preparación de los alimentos;
no hace falta ir a la otra parte del mundo para verlo, lo tenemos cerca de
Bogajo: a poquitos kilómetros de nuestro pueblo, el chorizo lleva orégano, la
morcilla es de calabaza o de cebolla, el embutido se ahúma en la chimenea…por
citar unos ejemplos.
Si consumíamos lo que producíamos o los productos que
el campo regalaba, ¿por qué no se comen ni se han comido los berros en Bogajo?
Son muy abundantes en nuestros regatos y están considerados como una exquisitez
por los gourmets. Y sin embargo, comemos o hemos comido en Bogajo: cardillos,
carnizuelos, chochos, criadillas de tierra, acederones, manjolines, maruja…
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