A ver qué pensáis, a ver si os ha aportado algo que no supierais...
(Sí os recuerdo algo que ya he puesto en este blog: en el libro de difuntos de Bogajo de estos días y meses no figura ningún enterramiento, aunque sí se menciona varias veces que los libros fueron "rasgados" por los franceses. Lo podéis ver en el blog en la sección "historia de Bogajo")
El impacto de La Guerra de La Independencia en una pequeña
localidad: Bogajo
Juan José Sánchez-Oro Rosa Centro de Estudios
Mirobrigenses
El actual puente sobre el río Yeltes
a la altura de Bogajo
Uno de los capítulos
de mayor interés en la historia de Bogajo está referido a los sucesos acaecidos
durante la Guerra de la Independencia española. Aquellos años agitados
depararon a este municipio consecuencias de doble signo. Si, por un lado, la
población participó decididamente en los actos de resistencia contra los
franceses; por el otro, el conflicto bélico dejó secuelas económicas, materiales
y personales particularmente graves.
La tierra de Ciudad Rodrigo fue, desde el
primer momento, un privilegiado escenario de operaciones. Napoleón comprendió, enseguida, que estaba ante una
vía estratégica fundamental para garantizar el acceso de su ejército al
área portuguesa. Por esta razón, el despliegue de contingentes bonapartistas en
el espacio mirobrigense se realizó de inmediato y, ya en fecha muy temprana,
sus generales procuraron controlar las principales plazas del territorio, (1)
Simultáneamente
a estos hechos, se fue configurando una oposición a la invasión
francesa articulada de distintas formas y no siempre bien vertebrada. Así, al
lado de las Juntas gubernamentales central y provinciales y del ejército
regular, colaboraron en el esfuerzo rebelde los grupos de guerrilla, más o
menos sujetos a la citada autoridad central, además de la pura acción popular
espontánea e imprevisible protagonizada por
ciertas localidades. En este contexto podemos inscribir el papel de
Bogajo a diferentes niveles. Consta documentalmente que sus vecinos fueron
acusados de participar en una emboscada contra un indeterminado número de
dragones franceses a campados en las inmediaciones del pueblo (2). Al parecer los vecinos se habrían encargado de desarmar a
la tropa durante la noche para facilitar el posterior ataque del ejército
español. El texto no recoge la fecha en que se produjo el incidente pero, con
seguridad, acaeció antes del15 de febrero de 1810 en que está datado el
documento. Por ello, quizás resulte acertado
situarlo un año antes cuando en esta área se constituyó un abigarrado
dispositivo defensivo y sucedieron diversas
escaramuzas y combates entre los bandos rivales.
Así, el 17 de enero
de 1809 el general galo Lapisse había tomado
Salamanca. Desde esta posición y con unos 7000 hombres debía rendir Ciudad
Rodrigo y Almeida para enlazar con los mariscales franceses que desde Galicia y Extremadura pretendían ocupar
entonces el corazón de Portugal. Una amenaza de tal calibre convirtió en
vital el espacio mirobrigense, de tal modo que el brigadier sir Robert Wilson
articuló un frente disuasorio de urgencia.
El inglés creó una línea en torno al río Yeltes, cuajada de pequeños puestos y
con dos centros de apoyo a izquierda y derecha: San Felices de los
Gallegos y la Peña de Francia. Cubrió el dispositivo con la Legión Lusitania
formada con voluntarios portugueses, que él personalmente lideraba, y también
se ayudó de milicianos reclutados de las poblaciones
colindantes y varios batallones enviados por el mando alzado (3)
Se trataba, en consecuencia, de frenar el
avance imperial a toda costa y para ello fueron necesarias acciones combinadas
de la guerrilla, el ejército regular y el vecindario. El militar inglés puso en
marcha diversas hostilidades tras acomodarse en la zona. De estas operaciones de
distracción y desgaste, un espía, que desde la Salamanca tomada por las fuerzas
galas enviaba informes a la villa de Béjar, relató el 28 de febrero de 1809 que
el Coronel de los Dragones que salió el
viernes pasado con doscientos hombres de
acaballo no habueto, ni de su jente mas que sesenta pues entre Ledesma y
Vitibudino los sacudieron bien y oy han entrado otros dos carros de eridos (4).Y es que unas semanas
antes, hacia el día 13,el general Wilson había ordenado al entonces sargento Julián
Sánchez que inquietara a la tropa francesa asentada entre Vitigudino y Bogajo.
El suboficial español, que sería más tarde conocido como “el Charro”, ahora
realizaba sus primeras actividades de guerrilla (5) Una de ellas se resolvió en torno al puente
sobre el río Yeltes, capturando quince prisioneros. La víspera, también cerca
de Vitigudino, el guerrillero con apenas
doce hombres se había apoderado de un convoy de armas, grano, vino y armas
y de cinco soldados que los escoltaban (6).
Notoriamente dolidos,
los bonapartistas unieron al expolio, degüellos y ajusticiamientos, otras medidas ejemplarizantes como la recaudación de una
gran suma de dinero que endeudó a
los habitantes de Bogajo. Además, parece que no fue éste el único saqueo
que sufrió la población aquellos años, pero
sí el más grave y en el que los
franceses procuraron ocasionar el mayor escarmiento.
A los problemas emanados de las
circunstancias precedentes, los vecinos
también debieron sumar y hacer frente a otros compromisos económicos que
aumentaron lo apurado de la situación.
Durante todo el
conflicto, tanto la parte francesa como la española reclamaron a las distintas
corporaciones locales recursos con los que financiar sus respectivos ejércitos (7). El no satisfacer estos requerimientos podía conllevar
un asalto directo del lugar de consecuencias mucho más gravosas, por
lo que las poblaciones procuraban colaborar por cualquier medio. Recibida la
petición en el municipio, el procedimiento consistía en reunir a los vecinos
del concejo a campaña tañida. En la
reunión se exponían las necesidades
monetarias o de abastecimiento de la tropa y se intentaban cubrir tales
demandas con una colecta sobre el vecindario (8). Pero no siempre se podía sufragar el coste solicitado por esta vía y fue
necesario arbitrar mecanismos indirectos. El más difundido, y cuya aplicación
vemos en Bogajo, implicaba la venta en pública subasta de los bienes comunales
y de propios. De este modo, los vecinos de Bogajo
incapaces de aportar las sumas reclamadas, unánimemente deliberaron o acordaron fundados en la Orden Circular del
Excmo. y Señor Capitán General Galluzo, cuya copia aún existe en algunos
pueblos que la sacaron como en éste, que da
facultad para vender lo preciso de la tierra de propios y concejiles
bajo ciertos requisitos para las necesidades urgentes de suministros a las tropas y contribuciones, llevando cuenta y
razón la Justicias, no solo del valor de cada finca, previo taso o subasta y remate de ella, que de cualquier cosa
debe constar del libro de acuerdos de Ayuntamiento, sino de su
inversión, que se hará ver por documentos o recibos) acordaron vender en
proporción de los apuros y según sea necesario de la tierra de propios y
concejiles de este pueblo.
Se actuó, por tanto, amparados por ciertas
directrices legales, aunque emanadas de una autoridad militar y no del poder
central. Era una de esas “desamortizaciones atípicas” de urgencia con un
interés porque el proceso se llevara a cabo del modo más escrupuloso posible.
Pero sabemos que ni el marco legislativo,
dado el desorden gubernamental rebelde, fue siempre el más apropiado en cada
caso, ni la ejecución del mismo se realizaba con las debidas cautelas por la
falta de representantes de la autoridad
civil superior que garantizasen una ejecución transparente de la normativa
(9). En consecuencia, muchas subastas fueron aprovechadas por los vecinos más
pudientes de algunas localidades para acaparar numerosas fincas a bajo precio
y/o, en muchas ocasiones, las ventas supusieron una severa merma del patrimonio
comunal de algunos ayuntamientos. Fenómenos de abuso e irregularidades de este
tipo proliferaron en la provincia de Salamanca
donde diversos municipios, incluso, llegaron a privatizar la totalidad
de sus tierras de propios (10).
El
caso de Bogajo parece no ser ajeno a este panorama. En 1826 se estaba en pleno
proceso revisionista de las ventas ocurridas durante la guerra (11) y el Intendente Provincial reclamó al consistorio de Bogajo los expedientes
con las formalidades legales en los que deberían haberse registrado la enajenación
de bienes comunales. El ayuntamiento de Bogajo contestó que no existían por no dar tiempo a ello, las perentorias y
apuradas circunstancias, y sí solo algunas escrituras y recibos de haver pagado
los compradores, la cantidad en que fueron tasadas o rematadas y adjudicadas, y
responsabilidad del vecindario, que igualmente consta del libro de acuerdo de
los Ayuntamientos de aquellos años.
. A pesar de reconocer no contar con toda la
documentación pertinente y haber incumplido varias formalidades de las
adjudicaciones, pudo cifrar la desamortización de1810 a 1812 en 94 fincas por
valor de 133.129 reales y una extensión afectada de 564 fanegas. En el Libro del Bastón, elaborado cuarenta años
atrás, se registraron 3300 fanegas como superficie útil, de pasto y
siembra, en el término municipal; una cantidad idéntica a la recogida por el
catastro de Ensenada en 1752. Pero, recordemos que este censo desglosó las
tierras de propios y comunales en 528 fanegas de labranza concejiles (de un
total de 2100 fanegas cultivables) y 1200 fanegas de pastos privados y
comunales. Estos datos nos permiten deducir que los bienes subastados durante
la contienda no fueron inferiores al 32,5% de la propiedad comunal, porcentaje
aún mayor si tenemos en cuenta que en el total de fanegas se incluyen conjuntamente los pastos privados y públicos cuyo
reparto exacto desconocemos. Por ello, es muy probable que la
desamortización final rondara la mitad o más del patrimonio comunitario. Este
trasvase de fincas a manos particulares mermó sensiblemente el peso específico
del consistorio en la localidad y debió aumentar la desigualdad social. Aunque, como hemos indicado, hubo reiterados
intentos de cuestionar las transacciones realizadas durante la guerra
por no haberse ejecutado con las suficientes garantías, finalmente fueron
reconocidas. En virtud de decreto de las Cortes con fecha 20 de noviembre de
1836 se otorgó la plena posesión de las fincas a los que hayan acreditado ó acrediten ante los Gefes políticos y las
Diputaciones provinciales su legítima
adquisición, por medio de los documentos que la época misma permitió
formalizar, ó por los supletorios á juicio de dichas Autoridades (12). Con esta
disposición de amplio margen, que aceptaba los hechos consumados, quedó
regularizado y zanjado este espinoso asunto.
Por último, mencionaremos que
además de las pérdidas humanas y económicas de la guerra, dentro de las materiales
estuvo el citado puente sobre el Yeltes que todavía permanecía arruinado
treinta y cinco años después de la finalización del conflicto (13).
Circunstancia que perjudicaba seriamente la
comunicación de Bogajo con el norte.
(1) Becerra, E y
Redondo, F. Ciudad Rodrigo en la Guerra de la Independencia, Salamanca, 1988, pp.
19-22.
(2) J. Bravo Román, J. L. Herrero Martín, J.
Bravo Román, Bogajo, un pueblo con historia, Salamanca, 2006, anexo 15.
(3) Priego López, J. Guerra de la
Independencia (1808-1814): Campaña de 1809, Madrid, 1972, vol. 4,
pp. 79-80
(4) Rodríguez Bruno, G. E. Béjar y la Guerra
de la Independencia , Béjar, 1993, pág. 93.5
(5) Horta Rodríguez, N. “Prólogo a un
guerrillero. El sargento Sánchez”, Revista de Historia Militar , 34 (1973) pp.
29-59.
(6) Sánchez-Arjona y
de Velasco, J.M Ciudad Rodrigo en la Guerra de la Independencia y Biografía de D. Julián
Sánchez “el Charro” ,Salamanca, 1957, pp. 48, 121-122 y 174.
(7) Fontana, J. Guerra y Hacienda: la
Hacienda del gobierno central en los años de la Guerra de la Independencia
(1808-1814) , Alicante, 1986.
(8) Sánchez Gómez, J.La desamortización de
Cantabria durante el siglo XIX (1800-1889),
Torrelavega, 1994, pág. 115
(9) Tomás y Valiente,
F. “Recientes investigaciones sobre la desamortización: intento de síntesis”,
131 (1974) pág. 123; Fontana, J.“La financiación de la guerra de la
Independencia”, Hacienda Pública Española , 69 (1981) pp. 209-217 y Guerra y Hacienda: la Hacienda del gobierno central en los años de la
Guerra de la Independencia (1808-1814) , Alicante, 1986, pp. 97-104 y 131-149.
(10) Alonso Romero, Mª P. “Ventas de bienes
municipales en la Provincia de Salamanca durante la Guerra de la
Independencia”, Desamortización y Hacienda Pública , Madrid, 1986, tomo I, pp.
369-384.
(11) Véase para el caso salmantino este
proceso revisionista en Alonso Romero, Mª P. “Ventas de bienes municipales en
la Provincia de Salamanca durante la Guerra de la Independencia”, Desamortización y Hacienda Pública, Madrid, 1986, tomo I, pp. 379-381
(12) Alonso Romero, Mª P. “Ventas de bienes
municipales en la Provincia de Salamanca durante la Guerra de la
Independencia”, Desamortización y
Hacienda Pública, Madrid, 1986, tomo I, pág. 384.
(13) Madoz al describir el municipio informa
que hacia la parte Norte, se confunde el Huebra
con el Yeltes, y en el sitio de su confluencia, se halla el puente de Yecla
arruinado desde la guerra de la Independencia, Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar ,
Madrid, 1845-1850 (Salamanca, ed. 1998).
4 comentarios:
Siempre tuve curiosidad por saber un poco más se aquellos días y me has dado en el clavo.
La cortina el concejil,la barragana,las ánimas,la choza,el seminario...parajes apoyados en una historia más o menos lejana.
Buen trabajo.
Más que bueno conocer mejor los factos historicos de Bogajo. Buen trabajo.
Gracias
Muy buen artículo.
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