Pero muchos pequeños o grandes detalles en este caminar: la hierba seca, los carriles de las vacas, las moscas que ya empiezan a molestar, las gamonas secas, las pajaritas, los bogallos y las bogallas zamoranas, las ranas asomando en las charcas, las zarceras con sus moras ya casi negras, abubillas, manjolines, unos verdes y otros casi ya rojos, las matas de bardas que te impiden avanzar, más moscas, las bellotas de los robles, los alcaudones, los grandes y majestuosos robles, hojas caídas, la madreselva con sus rojas bayas, pepechís bañándose en las charcas, los peruétanos aún muy verdes y duros, vacas, cantos de alarma de los mirlos, las gavanceras con las bayas rojo claro, y más moscas, encinas...Soledad, tranquilidad, silencio roto sólo por el sonido del canto de los pájaros y...la luna en cuarto menguante en el cielo azul pero ninguna persona. Un paseo por la edesa de Bogajo una mañana del mes de agosto.
Y todos esos detalles los mostraré en otra entrada
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