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lunes, 16 de mayo de 2016

¿Por qué en Bogajo no comemos...los berros?

Empiezo hoy con alguna curiosidad relativa a los alimentos en Bogajo.

¿Por qué en Bogajo no comemos…los berros?

Hasta no hace tantos años, en Bogajo se comía fundamentalmente lo que se producía, economía de subsistencia; poco, muy poco, era lo que se compraba para comer: azúcar, sal y poco más.  El pan o se hacía en las casas o se cambiaba por trigo en la panadería. El vino de la taberna se pagaba también con trigo o centeno. Al molinero tampoco se le daba dinero, recibía una parte proporcional  de lo que molía: la maquila…

Entre los alimentos que se consumían en Bogajo juega un factor importante la costumbre. La alimentación difiere de unas sociedades a otras, tanto lo que se consume como la forma de preparación de los alimentos; no hace falta ir a la otra parte del mundo para verlo, lo tenemos cerca de Bogajo: a poquitos kilómetros de nuestro pueblo, el chorizo lleva orégano, la morcilla es de calabaza o de cebolla, el embutido se ahúma en la chimenea…por citar unos ejemplos.

Si consumíamos lo que producíamos o los productos que el campo regalaba, ¿por qué no se comen ni se han comido los berros en Bogajo? Son muy abundantes en nuestros regatos y están considerados como una exquisitez por los gourmets. Y sin embargo, comemos o hemos comido en Bogajo: cardillos, carnizuelos, chochos, criadillas de tierra, acederones, manjolines, maruja…

¿No comemos los berros porque no han entrado en nuestros hábitos alimentarios?














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